9/12/12

La información, aunque mucha, no daña *


La información, aunque mucha, no daña

Eduardo Dahl

Como sabrá el lector, desde los comienzos de la revolución informática se asegura que hay un exceso de información. De hecho, esta exuberancia debería causarnos un montón de problemas. De salud, entre otros.

Eso sí, nunca se estableció cuál sería la cantidad adecuada de información, aunque solamente pensar en algo así me causa escalofríos.

Por si todavía no lo notó, esto del exceso de información me parece una consumada tontería. La cantidad de información, si acaso pudiera uno establecer una unidad para medirla, ha sido constante a lo largo de la historia humana. Esto es así porque el hombre no es sino una mota de tibieza en la inmensidad del Universo. Desde el Big Bang para acá hay, podría decirse, una cantidad infinita de información.

El que ahora estemos capturando y procesando un poco más de ese océano de datos nos pone, en cualquier caso, en mejor posición para juzgar nuestro destino. Es decir, hemos aprendido que información equivale a luz. Así que no imagino cómo podría haber un exceso, a menos que alguien crea que nos conviene estar en penumbras. Está bien, entiendo que esto de la cantidad de información se refiere, más prosaicamente, a otra factura que se le pasa a la tecnología, que -se dice- nos bombardea con noticias. Parece que la especie puede llegar a la Luna, pero el individuo no tolera más de dos noticieros por día sin que le salgan manchas en la piel.

A no preocuparse, tengo un remedio infalible contra las dolencias del exceso informativo. Cuando se sienta agobiado por tanto dato, cuando sienta que su cerebro va a estallar (sinceramente, ¿alguna vez le pasó algo así?), cuando los mareos y temblores se apoderen de su organismo torturado por terabytes de noticias, haga este simple ejercicio.

Imagine su casa sin televisor. Excelente. Ahora le queda la radio y la PC. Borre la PC. Me encanta la radio, pero saquémosla también del escenario. Mucho mejor, ¿verdad? Ahora nos queda sólo el diario. No. Un momento. Hay demasiada información en la edición de hoy. Así que afuera.

Tampoco teléfono, para el caso; que no venga nadie a contarnos rumores.

Ahora debería estar mucho mejor. Sólo el dulce canto de los pájaros. Ni siquiera un buen libro para leer. Nada de música. Porque para que estas industrias prosperen hace falta que la ciencia y los negocios avancen, y ambos requieren de medios de información avanzados.

Así que una linda tarde, ¿no? Bucólica. Rupestre, diría. Paleolítica, de hecho.

Muy bien. ¿Se nos pasó ya la fobia por el exceso de información?

Excelente. Siempre resulta.


 
 

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